Descripción o resumen: Afrontar cualquier nueva aproximación a la obra extensa, variada y diversa de Néstor Álamo supone, como ya en una ocasión sugirió Jerónimo Saavedra Acevedo en la Casa de Colón, abrir una dimensión, olvidada por la generación actual, para conectar directamente con nuestras raíces, algo que, si tenemos muy presente, contribuirá a acercarnos de forma más precisa, minuciosa y enriquecedora la compilación de sus escritos sobre Teror y la Patrona de Gran Canaria. Pero tampoco en este ámbito podemos olvidar que Néstor, Cronista Oficial de la Gran Canaria y durante años corresponsal y habitual colaborador de periódicos isleños y de otros foráneos como ABC, La Vanguardia o la Revista Destino, fue al igual que muchísimos de los creadores coetáneos suyos un verdadero hombre polifacético. Un autodidacta que hizo incursiones, con éxito, en diversas disciplinas. Desde la historia, la arquitectura, la restauración ó la música, hasta el diseño, la literatura, la dramaturgia ó el periodismo , según subraya Luis Armando Doreste en su obra Néstor Álamo, una biografía inacabada, en las páginas del primer capítulo, dedicado a como en 1906, año en el que por vez primera visita el Archipiélago un Rey de España, el entonces jovencísimo Alfonso XIII, con el nacimiento del autor del hoy Himno Oficial de la isla se enciende una luz en Gran Canaria, pues además, según resaltó el profesor Antonio de Bethencourt Massieu en su presentación de esta obra lo que lo caracterizó, caracteriza y caracterizará sobre todo, fue su infinito amor por Gran Canaria, por su Isla. Néstor Álamo fue un verdadero intelectual hecho a sí mismo, con una voluntad y un impulso intelectual que hoy puede y debe ser una verdadera piedra de toque para que todas las presentes y futuras generaciones de grancanarios sigan avanzando en la cultura de esta tierra atlántica, de esta isla de Gran Canaria que él, de forma bellísima, en una de las múltiples descripciones poéticas que hizo de ella, veía como una redoma brizada por el mar. Las aguas, cariciosas, bruñen sus madréporas íntimas, y las playas curvan y recortan espadas de oros y aceros bajo el sol, por el litoral