Descripción o resumen: Nuestra imagen de San Martín, Belgrano, Rivadavia, no va mucho más allá de las figuritas que pegábamos en la carpeta escolar. Pero las figuritas desfiguran. No tienen ni carne, ni huesos, ni sangre; sólo cartón. No son figuritas, entonces, pero ¿de qué están hechos? Hay un principio de inteligibilidad: los próceres lo son porque sostuvieron su deseo contra viento y marea. No se conformaron con las cosas como eran, sino que las hicieran ser otras, radicalmente distintas. Antes, en su infancia, tuvieron que aprender el imaginario social de la época. De allí tomaron las primeras claves para interpretar el mundo, muchas de las cuales cambiarían cuando fueran adultos. Las significaciones sociales primarias aludían a categorías por entonces centrales, instituyentes, de sentido, como Dios, y otras subsidiarias, como el gusto, el dinero, la muerte, el cuerpo. La infancia de los próceres visita la niñez de Belgrano, Rivadavia, Moreno, Castelli, Azcuénaga, Balcarse y tantos más. Lo hace a la luz de las significaciones imaginarias sociales prevalecientes en el Reino del Río de la Plata entre 1775 y 1810, el lugar y la época en que los que serían héroes eran apenas niños, nada menos que niños.